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Centro de Estudios Especializado en Lenguaje y Aprendizaje.

  • INTRODUCCION

    El trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH/TDA) se inicia en la infancia y afecta a un 5-10% de los niños en edad escolar [1]. Tomando como referente el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, quinta edición (DSM-5) [2], está incluido dentro de los trastornos del desarrollo neurobiológico, y su diagnóstico se fundamenta en criterios clínicos que deben hacerse evidentes en actividades escolares, familiares y sociales. Hay un predominio de síntomas de falta de atención, hiperactividad motora, marcada impulsividad o una combinación de ambas, agravadas muchas veces por la comorbilidad psiquiátrica que llevan asociadas, principalmente con trastornos del aprendizaje, trastorno disocial, trastorno negativista desafiante, trastorno de ansiedad y trastorno del estado de ánimo

    ¿QUIÉN SOSPECHA EL TDAH?

    En la detección del TDAH encontramos a tres agentes principales: la escuela, la familia y el pediatra..

    La edad de detección más habitual se da en educación primaria, de los 6 a los 11 años, aunque hay un perfil emergente que se sitúa en secundaria (entre los 11 y 13 años). No obstante, en el concenso de los Profesionales a nivel Academico que estudiamos este tema el momento ideal para la detección es en la etapa preescolar, perfil actualmente minoritario en las consultas, aunque comienza a ser visible.

    LA ESCUELA                                                                                                         Es natural que sean los maestros y profesores quienes más casos de TDAH sospechen dada la posición privilegiada que tienen para observar y comparar la conducta y el funcionamiento cognitivo entre niños de la misma edad y el mismo grado de desarrollo, el número de horas que pasan diariamente con ellos y el grado de vinculación que llegan a tener con el alumnado. Esta situación cambia en el caso del adolescente, ya que en secundaria hay un profesor por asignatura, lo que dificulta una vinculación sólida, y además se trata de docentes especialistas en su asignatura, pero no siempre con una formación pedagógica específica.

     

     

    — Preescolar e inicio de primaria (3-6 años): lo más habitual son los problemas de conducta, teniendo problemas de comportamiento serios en el colegio o la escuela infantil.

    — Primaria (6-11 años): se caracteriza no tanto por problemas de conducta, sino por bajo rendimiento escolar.

    — Secundaria (12-16 años): es un perfil que pasa más desapercibido y es más difícil de detectar, pues los comportamientos problemáticos se tienden a atribuir a la edad y, por otro lado, el profesor de secundaria tiene un contacto menos fluido con el alumno. La convivencia familiar en este perfil puede llegar a ser muy conflictiva.

    LA FAMILIA                                                                                                        En el caso de los niños pequeños, al principio los padres no atribuyen el comportamiento de su hijo a un trastorno médico, y las primeras consultas se tienden a realizar en el ámbito de la psicología y la pedagogía. Con el paso del tiempo aparece la sospecha de que hay algo que no va bien, que hay ciertas diferencias de conducta con los niños de su misma edad, aunque no siempre saben definir qué está pasando (si tienen más hijos, suelen sospechar antes, por comparación). La detección del TDAH en la adolescencia se complica de manera notoria por dos motivos; por una parte, es probable que el trastorno haya evolucionado a otras comorbilidades (trastorno de conducta disocial o depresión) y, por la otra, el joven está viviendo una etapa de su vida difícil que suele acarrear problemas de conducta y de relación con la familia. Esta conjunción de factores puede hacer confundir los síntomas del TDAH con algunas conductas disruptivas propias de la adolescencia, agravándose todavía más en el caso de los adolescentes que abusan de sustancias.

    EL NEUROPEDIATRA                                                                                                        Por una parte, debería ser la principal figura en la detección, puesto que todos los niños indefectiblemente acuden regularmente a su consulta para las revisiones periódicas de salud, y llega a tener un vínculo muy estrecho con el niño que dura hasta la pubertad.

     

     

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  • CONCLUSION Y RECOMENDACION.

    La falta de un estudio diferenciado o plan de actuación consensuado y establecido tiene consecuencias negativas sobre los afectados por el TDAH y los profesionales que lo abordan, entre las que destacan:

    • La no detección y, por tanto, no tratamiento, puede desembocar en: fracaso escolar, conductas de riesgo o exclusión social.

    • La detección tardía, con la consiguiente evolución del trastorno y el desarrollo de otras comorbilidades.

    • El peregrinaje continuo de los pacientes por diversas consultas, sin un orden lógico y con diagnósticos incluso contradictorios.

    • La interacción con profesionales no suficientemente formados para la detección, diagnóstico y tratamiento del TDAH.

    • La importancia de los criterios de diagnóstico para plantear un diagnóstico diferencial con respecto a otros trastornos o enfermedades en las que una sintomatología similar puede satisfacer parcialmente e inducir un error de diagnóstico del TDHA con patologias en comun.

    • El tratamiento incompleto y, por tanto, menos efectivo.

    • El seguimiento deficiente, que puede desembocar en un descenso de la adherencia del tratamiento o el abandono del mismo.

    RECOMENDAMOS

    Ante cualquier sospecha de un TDHA, Traer el niño o Adolescente a la consulta con las observaciones cotidianas de comportamiento vistas tanto en la escuela como en el seno familiar, para que Nuestro Equipo Multidisciplinario efectué un diagnostico con el fin de evaluar el caso y si este resultara positivo, clasificar la gravedad del trastorno, para efectuar el Proyecto de Asistencia Diferenciada (PAD) para ese caso en particular.

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